miércoles, 12 de diciembre de 2012

Pezojo

Nunca he tenido una mascota. Creo que la gente temía dejar una vida en mis manos, pues la mía propia peligraba sin ningún tipo de supervisión. Pero yo era de la idea de que una mascota aporta responsabilidad. Así que, y visto mis intentos frustados de conseguir compañía animal, decidí crear mi propia mascota: pezojo.
Aquí vemos a pezojo en sus mejores momentos.
Pezojo es mitad pez, mitad ojo. Y es punky.
Él - o ella, no sé- puede vivir perfectamente bajo el agua. Sus pestañas-cresta-punky hacen a la vez de aletas, con las que explora el psicodélico fondo marino.
Cuando pezojo se enfada se vuelve más ojo que pez y así, no le puedo distinguir. Huye, se esconde, me odia seguro porque se me olvidó darle de comer. ¿Que qué come pezojo? Se alimenta de los suspiros que se me escapan, que no logro contener y que contaminan el aire que ambos respiramos. Porque sí, pezojo respira aire, pero dice que a veces está muy viciado y tiene un cierto olor a lágrimas saladas. Y pezojo sabe por quién son. 
Pezojo es cambiante, volátil, etéreo pero a la vez es real, todo lo real que se puede plasmar en un pedazo de papel.
La casa de pezojo está hecha de burbujas formadas con las notas de cualquier canción que entone un buen rock. Se duerme mienrtas le canto o le leo. Entonces yo le dibujo.
El momento favorito de pezojo es ese, sí justo ese. Aquel en que puede ser él -o ella, no sé-, que me lo ha dicho a mí. Ese momento previo al amanecer.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Caricias a deshora

Huyeron de la desesperación, del menosprecio y del dolor.
Sin mirar a atrás se encaminarion hacia un nuevo resplandor.
Perdiendo, así, por el camino todo el miedo abigarrado, desolado, en el corazón.
Y se fundieron con el brillo de un nuevo sol.