jueves, 6 de septiembre de 2018

Carta a Hermione

Sin venir a cuento ni con razones de por medio, quiero dedicar unas palabras a Hermione. 
A esta pequeña muggle capaz de traspasar barreras, fronteras y corazones. He de decir que Hermione somos todos. Alguien común, normal (pero no normativo). Hermione fue una pequeña muggle que consiguió superarse a ella misma, reinventarse, quererse y respetarse, por encima de todas las cosas. 
Ya no es su inteligencia, su coraje, su lealtad, su sentido común, su valor... Datos que sabemos de sobra que la definen, sino que lo que le hace grande a Hermione es que ella vino de la nada (quizás) como venimos todos y ella nunca se rindió. Como todos ella tuvo miedo, ella se sintió incomprendida, el bicho raro, infravalorada, echada a un lado. Hermione fue carne de cañón desde el minuto cero: fue rechazada por sus compañeros porque era una mujer inteligente, fue acosada, secuestrada y marcada por sus orígenes, que ella nunca escondió, también fue puesta en duda como mujer al no creer que pudiera llevar a alguien al baile (damn, Ronald) y siempre tuvo que luchar por aquellos a los que quería. 
Por favor, que levante la mano quien se sienta identificado con algo de esto. Sea hombre o mujer. Hermione nunca se rindió. Y eso que, bueno, un troll con mocos casi le aplasta, un basilisco la petrificó, tenía que aguantar a Harry y a Ron, le pegó a Malfoy y hasta se hizo pasar por la fucking Bellatrix Lestrange y no le tembló la varita. Ella, una chica común, una chica cualquiera que puedes ser tú o puedo ser yo. Hermione nos enseñó que la amistad es importante y que no está en los libros, pero que allí hay mucho más. De ahí el consagrado mantra de "Sin Hermione Harry no hubiera pasado del primer libro" porque suerte que Hermione atiende en Herbología. 
Ella fue el verdadero pegamento y junto con ella encontramos a todas esas grandes mujeres. Gracias Ginny, Molly, Luna, Lilly, McGonagal. Pero gracias a ti Hermione por enseñarnos a aprender, a pensar, a razonar, a querer, a proteger, a defender, a luchar, a reír, a llorar, a que no hay que coger pelos de gato para la poción multijugos... Gracias por enseñarnos que Adivinación es ridícula porque solo cuenta el aquí y el ahora, que si quieres hacer algo imposible como estudiar 500 asignaturas te buscas la manera de lograrlo, que eres la salvavidas del grupo porque tú te salvas sola, que siempre vas a tener el hombro de tus amigos y que nada ni nadie te define mejor que tú misma... pero sobre todo por decirnos que es leviOsa y no leviosÁ.




lunes, 13 de agosto de 2018

Vertical y transversal.


En realidad sí que nos gustan los cambios.
Lo que no soportamos son esos momentos de transición e incertidumbre.
Donde todas las posibilidades están abiertas a suceder.
Donde la probabilidad es una vieja enemiga que te lleva a pensar, a retroceder, a tambalear, a desplomar.
No podemos manejar la alternativa. Queremos certezas. Queremos fines (que no finales) y no los queremos a medias.
A veces, nos dejamos llevar hacia el instante. Estirando lo efímero.
Creyendo que nunca más te volverás a sentir así. O mejor, que nunca más te volverás a hacer sentir así.
Estamos en la cresta de nuestra propia ola pero ya hay algo que nos dice que esperemos la caída. Que abramos los ojos.
La realidad es esa transición.
Lo que queda entre
Y
¿yo?

viernes, 6 de julio de 2018

Para esa persona que no está y nunca estará.


Hola. Bueno, tú esto no lo vas a leer porque te vas a olvidar de mí y no pasa nada... era la decisión. Me gustaría decirte que encontré el anillo, que cuando te fuiste estuve esperando en el ascensor por si dabas la vuelta. Que salí al portal con el frío que hacía a ver si seguías ahí. Pero te tenías que ir. Y que cuando subí todavía me olían las manos a ti, porque me las habías estado agarrando. Guardé ese olor todo lo que pude. Pero era lo mejor para los dos. También me gustaría decirte que molas un montón, que me gusta tu flequillo y que, no lo sabes, pero me sacaste un poco de la mierda de día en el que estaba metida. Me hiciste darme cuenta de muchas cosas en una sola noche. De que eres tan como yo que casi asusta, aunque yo sea una opositora blandita. Siempre recordaré esta noche con una sonrisa aunque me diera todo el coraje del mundo no poder besarte. Pero yo no soy así y quiero creer que tú tampoco. Me encanto nuestra forma de chocar las manos y créeme, te habría ganado a cualquier cosa… Pero tampoco podría pedirte nada sabiendo el futuro que me espera, ya sabes, eso del puesto 53 que no me he atrevido a decirte. Que tenías toda la razón del mundo en todo y que te odio y que esto habría sido muy bonito, coño. Pero seguro que en otro lugar, en otra vida, en otro momento… Hoy y siempre recordaré esta noche, en serio, ha sido simplemente perfecta, quizás porque sabíamos que se iba a acabar y que cuando cruzaras mi puerta ya estaría todo sentenciado. Cada momento de esta noche ha sido mágico y solo puedo darte las gracias. Eso y cagarme en ti del constipado que voy a tener mañana. Pásatelo bien en la vida y sé feliz. Ambos seremos felices.
No podrías haberme regalado una noche más mágica, más de película… Serendipity. Cuando mi lado cursi habla… Por eso he decidido ponerlo todo aquí.
Ah y que sepas que llegué y me puse a hacer un ejercicio de la academia y fui de empalme. Y que menos mal que te fuiste porque me moría de ganas de besarte y seguro que hubiera sido un beso perfecto. Volveré a querer pensar que sí.
De hecho... aún me pregunto dónde estarás.

lunes, 23 de abril de 2018

Are you shining just for me?


La vida es como el final de La La Land. Se apagan las luces, se acaba la música, se baja el telón y toca despedirse.
Después de otro día de sol en la ciudad de la estrellas te preguntas si esta encantadora noche seguirá brillando para ti mucho más tiempo.
Si esta vista que compartes ahora es con la persona correcta.
Seguro que sí, piensas. Ellos también lo pensaron y puede que en algún instante preclaro fuera así. Y luego viene esto:
“- ¿Qué pasa con nosotros? – le preguntó Mia viendo que quizás todo lo que había dicho no sentir, sí que lo sentía en realidad.
- Tú te vas y tienes que entregarte por completo a tus sueños – él, Sebastian, siempre había sido así. Arrastrándola como una ola hasta descubrirse a ella misma, con todo lo que implicaba. Esta vez no sería diferente.
-Yo te voy a querer para siempre – susurró Mia.
- Yo también te voy a querer para siempre.”
'Cause all that I need is that crazy feeling.

Y llega el momento de abandonar el teatro vacío y de despedirse. Y yo, con estos pelo de loca y sin saber (o querer) decir adiós. Siempre he tenido problemas de geografía personal*. De estar lejos de las personas.
Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo
con el frío de alguna palabra que no he dicho, 
con un malentendido que temer, 
ese hueco de torpe inexistencia 
que a veces, gota a gota, se convierte 
en desesperación.
Yo frente a tu puerta, blanca. No sé qué más decir pero no me quiero ir. He dicho ya treinta veces “pues me voy a ir”.
Nunca se despedirme de ti, porque no soy 
el viajero que cruza por la gente, 
el que va de aeropuerto en aeropuerto 
o el que mira los coches, en dirección contraria, 
corriendo a la ciudad 
en la que acabas de quedarte. 
Pero aquí sigo, como esperando a que me pidas que no me vaya, ni hoy ni nunca. Que me quede, sea donde sea y que vayamos a cualquier otra parte.
Nunca sé despedirme, porque soy 
un ciego que tantea por el túnel 
de tu mano y tus labios cuando dicen adiós, 
un ciego que tropieza con los malentendidos 
y con esas palabras 
que no saben pronunciar. 
No saben pronunciar “5 minutos más”, “un capítulo más”, “una vida más contigo y ya estaría”. Acercarme, quizás, robarte un beso. No el último, solo uno más.
[…] 
nunca puedo alejarme de todo lo que eres. 
En un hueco de torpe inexistencia, 
me voy de mí 
camino a la nada.
Pero ¿la vida dará tantas vueltas para a ir a cualquier otra parte?


 * Poema "Problemas de geografía personal" de Luis García Montero, Completamente viernes (1998)

domingo, 15 de abril de 2018

Y después...


No me dan miedo los lazos emocionales con las personas. Son efímeras, cada una a su manera. Pasan como una ráfaga de aire fresco en una tarde de esas en las que revienta el termómetro de calor. Una brisa que te mueve el pelo y te hace sacar una sonrisa. Una vez que pasan te toca la ardua tarea de olvidarlos, de volver al calor.
 Pero se acaba aceptando. Quizás pasando en algún momento.

Pero los vínculos con las cosas, esos no se acaban, ni se olvidan, ni se borran,  ni se destruyen…  Sienten la llamada. Con toda la fuerza. Nunca olvidaremos una calle, una ciudad, una canción, un bar, un sabor e incluso un olor. Y lo peor es que no podemos controlar cómo aparecen. Yo por ejemplo nunca más podré escuchar “Flashlight” de Jessie J., tampoco miro igual cuando suena “La llamada” de Leiva o se me hace cartón en la boca cada vez que como macarrones. Tampoco creo que me sienta igual cuando vuelva al “Pasadena” en Cáceres o si alguna vez vuelvo a subir a Monserrat o a fotografiar Barcelona desde Montjuïc. Esa calle de Trujillo por la que evito pasar. Los lacasitos. La lasaña. Las uñas rojas. O ese apelativo cariñoso por el que solías llamarme.


Cause you're my flashlight


Porque cuando todo acaba ¿qué hacemos con lo que queda? Pero no con lo que hay alrededor sino con lo que tenemos dentro, que aparece cuando menos esperamos y amenaza con arruinarnos una excursión, una comida, una tarde de lluvia o una noche de sábado.

Los domingos escribo porque me siento melancólica. Y hoy más porque llueve. Me ha dado por pensar (creo que más de la cuenta) qué será lo próximo que se me contamine con esos recuerdos, qué será lo próximo en lo que yo ponga todo mi corazón y falle, qué canción borraré de la lista (ya te digo yo que “Con las ganas” de Zahara no será) y cuánto tiempo tardará en golpear de nuevo la larga lista de sentimientos que aparecen cuando una menos lo necesita, cuando menos preparada se siente.

Quizá todo sea por la culpa del valor que le ponemos a las cosas, por nuestra necesidad de llenarlas de cariño, amor o alguna extraña pasión inusitada que dure un minuto y nos persiga el resto de la vida.
Que para esto no hay remedio, ni consuelo, ni palabras bonitas. A lo mejor solo tenemos que respirar profundo esperando que el siguiente golpe no duela tanto.

Con toda la fuerza



María. 

martes, 27 de marzo de 2018

SIEMPRE REINARÁS

Hoy me he ganado a mí. No necesito nada más. No estoy perdida. No me voy a quedar sola porque me tengo a mí. Sí, quizás siga teniendo esa sensación de vértigo en el estómago.
A ti, que al igual que yo estás al borde del abismo te digo, siempre te quedará tu fortaleza. Tú. Tus creencias, tus actos y tus valores. Tus ganas de apostar por todo contra todo pronóstico. De aportar por ti. Porque te has cansado de que nadie apueste por ti pero déjame decirte una cosa: no eres un premio que se gane. La única persona que decide eres tú. Siempre te queda tu lealtad a ti misma. Porque cuando yo escribo esto no pienso solo en mí, pienso también en otra gente.
Hoy he decidido. He decidido que siempre reinaré. Porque soy fabulosa cuando decido por mí misma, cuando tomo el control y cuando tomo esas decisiones que están ahí pero que nadie se atreve quién sabe por qué. Eres fabulosa cuando no tienes miedo. Cuando decides hablar y decir lo que piensas. Cuando te has cansado de callar y dudar y de presuponer. Cuando has agotado todos los "y si..." y coges el toro por los cuernos y decides tú por todos. Decides por ti. Cuando decides ser escuchada y no tienes ningún miedo a decirlo todo, a sentirlo todo, a demostrarlo todo porque eso no es ser valiente sino sincero.
Y me dio miedo al principio comenzar a ser así pero no voy a tener miedo nunca más. No quiero tener miedo de lo que siento, ni en decirlo, ni en demostrarlo. Me da igual a quién. Ni a mí misma.
El miedo es de cobardes y yo no he venido a callar y ser cobarde. Mis muros se han roto, por fin ya no finjo, no hay máscaras, ni partes ocultas de mí, ni caparazones que me protejan.
Una persona, me da igual si hombre y mujer, valiente que sabe lo que quiere y que lo consigue.
Por si algún momento se te olvidó, a ti, que me lees al otro lado de la pantalla y que quizás es lo que necesitas escuchar: AUNQUE TÚ NO LO SEPAS SIEMPRE REINARÁS.
Nunca es tarde para empezar y por si no te has dado cuenta: Eres, te bastas.
Y seguro que volverás a caer pero no tienes la necesidad de sentir miedo nunca más. Quizás puedes sentir incertidumbre, desconocimiento, fracaso... pero eso también pasará y nada ni nadie podrá cambiar lo genial que tú eres.
No te aferres a una realidad paralela, no te conformes con las migas, no mendigues cariño de nadie, no hagas aquello que no sientas, vive la vida entera, grita a pleno pulmón qué es lo que quieres. Tú sabes qué quieres. Todo empieza en ti. Eres ese pececillo que se pierde entre la multitud pero hoy ese pez BRILLA.
Con luz propia,
No por nadie. No gracias a nadie.
Gracias a él mismo.
La luz no me ciega, no me voy a callar. Voy a hacerme oír siempre, no por el hecho de saber qué piensan los demás sino por el simple hecho de reconocer que yo también tengo voz.
Y tacho el día de hoy en el calendario como "Día 1 del resto de mi vida" donde el mundo me va a conocer, va a saber quién soy. Va a saber quién eres tú, que también quieres brillar.
Nunca más me quedaré atrás, nunca más me quedaré donde habita el olvido. Nunca más someteré mi vida a otras vidas, nunca más me compararé. Los únicos ojos que tendré como horizonte serán los míos.
Porque ya puedo respirar tranquila por el simple hecho de ser valiente y tenerme, de existir, de levantarme cada mañana y ponerme mi mejor sonrisa o incluso si no quiero sonreír sé que todo está bien. No hay nada más que temer. Y el resto del mundo puede arrepentirse de todo, dolerse, acojonarse pero yo no.


viernes, 5 de enero de 2018

2018 looks like...

“Que la vida iba en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde”, escribía Gil de Biedma.  No, una se da cuenta al final pero no del camino si no de cada etapa. Al cerrar otro episodio y perder la vista atrás, en cada recóndito lugar de la memoria. La vida siempre ha ido en serio. “Tendrás amigos, tendrás amor” y siguiendo a Goytisolo tendremos muchas cosas más. Unos días más, otros menos. Tendremos risas y llantos, tendremos aventuras y desventuras y miles de historias que contar, no a los nietos, sino a quién quiera escucharlas. Tendremos siempre algo que decir, eso es señal de que estamos viviendo, pero también algo que callar, esto es señal de que estamos todavía en el camino. Tendremos luces de bohemia y sombras en el viento. Idas y venidas… Demasiadas y mal vamos si no las tenemos. Y descarta la idea de un futuro planificado.
Pero sobre todo que no nos dé miedo a cerrar etapas. No podemos avanzar en el camino si nos quedamos siempre en el mismo lugar. Hay que cambiar, hay que vivir, hay que soñar lo imposible. Entonces, solo así, conseguiremos lo posible. Hay que tener una dosis de realidad guardada para cuando despegamos los pies del suelo y perdemos la cabeza. Y confiar en alguien para que sea tu Pepito Grillo, la voz de tu conciencia cuando la tuya se quede afónica. Y que siempre quede en nosotros una chispa de curiosidad y rebeldía, una llama inconformista que nos haga pensar que podemos cambiar el mundo. Porque podemos. Podemos cambiar nuestro mundo.

Y si alguna vez tropezamos con una, dos, trescientas piedras, recuerda que está permitido caer pero que es obligatorio levantarse. Y si alguna que otra vez pensamos que no hemos conseguido nada, tan solo hay que mirar las huellas que hemos dejado en el camino.